LUCKY BASTARD, OCULUS, PROXY, THE SACRAMENT, Y THANATOMORPHOSE
Últimamente me han ido llegando noticias sobre algunas películas de terror que probablemente no se estrenen en España, salvo quizá en Artistic Metropol. Por motivos que no se os escaparán a los habituales, tenían que formar parte de este blog. Por orden alfabético. Los enlaces a enlaces de descarga (ahora tendré que decirlo así, no sea que me escriban más productoras dando el coñazo), pinchando en los títulos.
LUCKY BASTARD (2013), de Robert Nathan: BASTARDO SUERTUDO EL QUE SE LA PIERDA
Pues vamos con la primera de metraje encontrado, y desde luego con la peor de todas en lo que a calidad cinematográfica se refiere. El título hace referencia a una web de ficción en la que se exhiben vídeos de chicos “normales” practicando el sexo con estrellas del porno. No hace falta demasiada imaginación para adivinar la película entera, sobre todo porque el tal Robert Nathan y su otro guionista tampoco la han tenido, y porque se trata de esos filmes que comienzan por el desenlace, y encima contado a base de rótulos.
No parece que Nathan haya querido decir otra cosa que los trabajadores de la industria del porno son gente sanota y campechana y algunos hasta muy buenos padres, mientras que los que vemos porno (sí, no voy a excluirme de esta afirmación por hipocresía) somos unos psicópatas en potencia. Pero este “mensaje” no es peor que la actuación de Jay Paulson, la total falta de ritmo del filme o la cutrez de su estética. Así que bastardo suertudo el que no la vea, salvo que sea muy fan de la anatomía de Betsy Rue (foto), que a mí me parece algo así como una versión recauchutada de la joven Kathleen Turner. De verdad que he visto algunas películas porno con mucho más discurso cinematográfico. Calificación: 2/10.
OCULUS (2013), de Mike Flanagan: MALDITO ESPEJO
Como sucede con The Sacrament, a muchos el argumento de Oculus les puede echar para atrás por requetemanido: nada más y nada menos que un espejo encantado que incita a sus poseedores a cometer atrocidades. Sin embargo, decir que Mike Flanagan, otro de los miembros de este nuevo splat pack -para mí en conjunto más talentoso que el antiguo-, sabe sacarle partido no da una idea de lo ingeniosa, compleja y (¡sí!) aterradora que puede llegar a ser Oculus… aunque por desgracia no en todo su metraje.
Los últimos 40 minutos de este filme son el mejor tramo de cine de terror que he visto más o menos desde Insidious: capítulo dos y Tú eres el siguiente: con una técnica de montaje que roza la genialidad, Flanagan entremezcla la historia del espejo ocurrida durante la infancia de los protagonistas con la historia actual, hasta que presente y pasado se integran el uno en el otro y parecen una misma cosa en una espiral de demencia y escalofríos en aumento que nunca traiciona la lógica interna del relato, o los relatos mejor dicho.
Qué lástima que el desenlace decepcione y dé la impresión de que Flanagan no sabe rematar adecuadamente lo que podía haber llegado, por qué no, a obra maestra del género. Al final nos queda un filme irregular, pero imperdible. Así que, como cantaban Nösotrash, maldito espejo. Calificación: 6,5/10.
PROXY (2013), de Zack Parker: LAZOS ARDIENTES (Y COMPLEJOS)
Y he aquí otro pequeño genio, como Mike Flanagan, que sin embargo, y también como Flanagan, no logra una película todo lo redonda que habría podido ser. Proxy se ve traicionada por su factura de telefilme y por la falta de carisma de su reparto, pero Parker está a años-luz de casi todos los directores actuales en lo que considero que es lo más difícil a la hora de escribir un guión de cine: crear a unos personajes psicológicamente complejos, y además saber explicar sus motivaciones y hacerles actuar en consecuencia de las mismas.
Proxy es mucho más de lo que parece: un thriller con algún toque gore lleno de sorpresas y recovecos absorbente y a ratos apasionante, que me recordó horrores a Sangre fácil, de los hermanos Coen, y a Lazos ardientes, de los hermanos Wachowski. Pero Parker no parece necesitar a ningún hermano, y como su película, al contrario que las dos mencionadas, no es una opera prima, me va a hacer buscar la que sí es su debut, Scalene, en cuanto termine de escribir estas líneas. Ya os contaré… Calificación: 6,5/10.
THE SACRAMENT (2013), de Ti West: MÁS VALE LO MALO CONOCIDO…
Puede que Ti West nunca llegue a ser John Carpenter o ni siquiera James Wan, pero como poco puede concedérsele un cierto savoir-faire para volver a contar las historias de miedo de siempre: hoteles encantados, casas satánicas de los 80 y hasta una secuela de Cabin Fever. Un maestro del reciclaje, sí, pero con mucho estilo.
The Sacrament, en conjunto, quizá se trate de su película más destacable, y eso que el planteamiento ya echará para atrás a más de uno: metraje encontrado y sectas religiosas en la América profunda. No hay sorpresas en la trama ni nada inesperado (Ti West en estado puro), pero el desenlace, sin necesidad de efectismos ni truculencia gore, valga la redundancia, impresiona de verdad (West en estado puro también) y, por decirlo así, deja muy mal rollo. La injustamente premiada en Sitges Red State, de Kevin Smith, de argumento muy similar, hace pasar a esta por una obra maestra. En resumen: lo malo conocido, pero muy bien contado. Calificación: 6/10.
THANATOMORPHOSE (2012), de Éric Falardeau: LA DESCOMPOSICIÓN HIPSTER
¿Por qué Laura, una hipster monísima y, cómo no, con prurito artístico, comienza a descomponerse en vida como si fuera un cadáver? ¿Por qué no se le ocurre acudir a un hospital? No hay respuesta. Así de radical es el planteamiento de la opera prima de Éric Falardeau, tan polémica como –advertido queda- desagradable.
A Falardeau se le ve el truco a la legua, lo que no quita para reconocerle al mismo cierto ingenio: se va a hablar mucho más de lo repulsivas y explícitas que llegan a ser las imágenes de Thanatomorphose que de su argumento, de por qué Laura se va pudriendo poco a poco y de qué es metáfora dicha podredumbre.
Hay quien ya se ha despachado así con el misterio: el argumento es una bobada y un pretexto para mostrar en pantalla a la actriz Kayden Rose –huelga decir que el magnetismo de la película se debe sobre todo a su trabajo de interpretación- escupiendo semen, defecándose encima, masturbándose incluso ya en avanzado estado de descomposición y desprendiendo casi todo tipo de fluidos corporales y también al final partes de su cuerpo. Personalmente, le doy la puntuación que le doy porque no es fácil obligarme a mí apartar la vista de una pantalla. Ni siquiera lo consiguieron Sweet Movie, Slaughtered Vomit Dolls o Martyrs, pero Thanatomorphose sí. Calificación: 6/10.
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