A MODO DE REFLEXIÓN SOBRE LOS ÓSCAR 2012
Como ya se han apresurado a decir los más eruditos, una película muda no arrasaba en los Óscar desde 1928. Fue Alas, y desplazó a otro filme mucho más recordado, El cantor de jazz. Ochenta y cuatro años después, tenemos toda la impresión de que ha sucedido algo parejo.
Que no se me entienda mal: The artist está bien, incluso llega a notable, pero su recuperación del cine silente resulta mucho más lúdica y superficial que la reivindicación de la figura de Méliès que Scorsese lleva a cabo en la soberbia La invención de Hugo, la cual ha perdido el pulso de cara a las estatuillas con la primera, habiendo de conformarse únicamente con categorías técnicas.
La razón por la que esto ha sucedido resulta tan transparente que casi no merece la pena ni formularse: los vetustos señores de la Acedemia prefieren el revival puro y duro que el revival en 3D, esos indescriptibles –salvo en imágenes- momentos en que vemos en relieve y en color lo filmado por el primer mago del cine, como una sublimación técnica y emocional del final de Cinema Paradiso. O dicho en lenguaje juvenil: los que dan los Óscar son tan viejunos que prefieren la versión del éxito antiguo a su remix. A nadie, salvo a ellos, se le escapa que se han equivocado.
Pero, si hablamos de Óscar injustos, lo de Jean Dujardin frente a Clooney clama al cielo. Una conocida cadena de radio lanzó por las ondas la pregunta de si Clooney podría estar tan brillante como el francés en aquella. Sí, y con creces. Y en el papel de John Goodman, también. Y en casi todos los masculinos de esa película sin voz, y de cualquiera con ella.
Tampoco me parecieron muy adecuados los Óscar de los guiones: a Woody Allen le premiaron por su versión pedante y llena de licencias de Regreso al futuro (Midnight in Paris), y a Payne, por no acabar de convencer –igual que en la dirección- con Los descendientes.
Y de lo demás, muy poquito que comentar y todo asaz previsible. Casi me entretuve más con las anécdotas y los modelitos de la alfombra roja. Y el Óscar a la mejor vestida va para…
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LA INVENCIÓN DE HUGO, de Martin Scorsese: CINE MUDO + 3D = CINE PURO
Calificación: 9/10.
Después de tres lustros de películas tibias y prescindibles, Scorsese vuelve a hacer Cine, o, mejor dicho, otra obra maestra. Y lo hace en 3D, muy alejado de sus habituales coordenadas fílmicas y, aparentemente, de su sensibilidad: en un París de principios de siglo entre Dickens y Jean-Pierre Jeunet (al menos, a eso se asemeja al principio), un niño huérfano que se las apaña sobreviviendo en una estación de tren se topa con un juguetero refunfuñón y grisáceo, para descubrir, a lo largo de una historia que aúna nostalgia, ternura y toneladas de amor por el cine, que comparten un importante secreto, cuya irrupción en la historia, con toda su magia inenarrable salvo en imágenes, se traduce en el tramo de metraje más puro, emocionado y rutilante que el maestro haya filmado jamás.
La película no es perfecta. Tarda en encontrarse, puede que tropiece de vez en cuando consigo misma y con la inadecuada comicidad de Sacha Baron Cohen, incluso uno no olvida que los franceses hablan todo el tiempo en inglés, pero sus defectos se le perdonan con creces por sus virtudes, porque sus últimos cuarenta minutos resultan lo mejor de todo lo que lleva la firma de Scorsese, por una razón muy sencilla: el realizador de Shutter Island nos abre su corazón por fin, y resulta que no estaba hecho ni de la solitaria podredumbre de Taxi Driver; ni de los tiros de bala y de cocaína de Uno de los nuestros y Casino; ni siquiera de los acordes inmortales de Beatles y Stones de su obra documental. Estaba hecho de puro celuloide. Algo que ya debimos sospechar por sus “viajes” televisivos por el cine estadounidense e italiano, aunque ni mucho menos por El aviador.
Scorsese nos retrata muy a su manera, con un pulso narrativo y unos movimientos de cámara que creíamos que no le íbamos a volver a ver, la grandeza de Georges Méliès, y resulta el mejor hallazgo de cine dentro del cine desde que Tim Burton nos narrase las desventuras de Ed Wood. Bastante por debajo, como ya he dicho, The artist, que también hurga en el cine mudo, aunque de manera puramente revivalista. Y a los señores de la Academia, confirmando todo pronóstico, les ha encantado.
* LA INVENCIÓN DE HUGO (2011). DIRECTOR: Martin Scorsese. INTÉRPRETES: Asa Butterfield, Chloe Moretz, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen, Jude Law, Emily Mortimer, Ray Winstone, Christopher Lee. NACIONALIDAD: EE. UU. NOTA: la película no está de momento disponible para descargar, pero el autor del blog recomienda verla en 3D.